8/10
Inciertamente certera
15 May 2022
No sé si esta valoración personal responde más a todos los elementos meritorios que veo habitar en la serie, o al hecho de que la serie que habitan (en algo que es, al menos para producciones de este nivel, excepcional) es de mi propio país: Chile.

Desde el primer capítulo (omitiendo quizá ciertos reparos con interpretaciones secundarias en la escena que inicia el drama) se instala un tono implacablemente contingente, sutilmente anticlimático, como emulando a través de esa cotidianidad heterogénea de las personas la indiferencia de la realidad, la cruda inevitabilidad de la incertidumbre.

Para generar este relente de verosimilitud envolviendo al drama, además de evidentemente tener que contar con un material (una adaptación de los hechos) que esté escrito en un tono que evada las condescendencias habituales con el espectador de las producciones chilenas, que busque no retratar un sesgo en torno a un acontecimiento, sino el espectro que compone su realidad, es incontrovertiblemente necesario ofrecer interpretaciones que sean capaces de catalizar esto, actores que logren emular y ofrecer una realidad orgánica con su actuación. Esto, en mayor medida (pues muchos de los roles secundarios no lo logran del todo, aunque otros varios sí: es casi como si a medida en que se desciende en la trascendencia de un rol también se hace en la capacidad interpretativa del asignado) se logra.

Si bien estos roles secundarios y no tan secundarios afectan la textura del flujo narrativo al no calibrar con el tono interpretativo, o quizá sencillamente no estar a la altura de los estándares de los demás actores, de quienes me llevo una muy genuina buena impresión, la serie parece buscar operar ante todo como una ventana a la vida de esta tragedia, de quienes se vieron acechados por este acontecimiento devastador ofreciendo e integrando objetivamente los elementos que lo componen. Aunque el conjunto argumentativo pueda inclinarse en cierta dirección, no omite o acentúa deliberadamente hechos concluyentes, sino que emplea el espectro complejo de lo que se conoce al respecto, la pluralidad de hechos y evidencias e inconsistencias e interrogantes, la tangibilidad del estado de quienes habitan esta historia, y así inevitablemente su convivencia irrechazable con el plano de incertidumbre.

Hay muchos peros que podría señalar y que distinguí en el transcurso de estos seis capítulos: algunos, como parcialemente los interpretativos (mayormente secundarios), ya los mencioné; otros, como ciertas malas elecciones de diálogos, quizá como resabios de la narrativa audiovisual chilena; o la mediocridad de parte de la banda sonora (los temas monótonos y casi indistinguibles cantados por una (o unas) joven al cerrar la mayoría de los primeros capítulos); o la redundancia de estas rememoraciones con Verónica (lo que es perfectamente entendible, pero que fallaban al no ofrecer realmente nada más que una contextualizacion en el avance de capítulos, justificándose básicamente por el tiempo que llevaba corriendo la serie y no porque aportaran algo nuevo), los señalo ahora como una estricta constatación, pues no siento pertinente ahondar en los aspectos negativos cuando los que resaltan y prosperan en la serie son en definitiva los positivos.

El nivel narrativo es bueno, el material es bueno (la adaptación de los hechos), la interpretaciones a grandes rasgos son buenas, el tono es correcto y sutilmente logrado, y la elección de este es correcta, es necesaria y lograda.

Creo que algo que muchas grandes obras tienen en común de hacer es aceptar el estado de incertidumbre que está supeditado al ser humano, y abrazarlo, aceptarlo y ofrecer y construir a través de él: ya viendo los últimos minutos de esta serie me fue inevitable pensar en estas obras, en estas películas, series, libros anticlimáticos, que angustian un poco con su implacable e incompasible verdad, con la verdad que no poseemos, y que ellos tampoco, la verdad de que la duda nos habitará hasta el día de nuestra muerte, hasta el último momento de nuestra existencia; la verdad de que en esta vida tendremos más preguntas que respuestas, y que la certeza parece pertenecerle a la ficción.

Me alegra enormente ver que una producción chilena grande (para un medio mainstream: Netflix) haya decidido utilizar esa dirección artística, se haya atrevido a cursar la senda de series como The Night Of, y le ofrezca e invite quizá a espectadores acostumbrados a otra cosa, con este retrato fiel de la vida que es insípida, impertérrita, indiferente, preguntas que les sean más útiles que pseudo respuestas.
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